Comunicación

Durante un partido, el comportamiento del entrenador puede influir de manera decisiva en el rendimiento de los jugadores, ya sea de manera positiva o negativa. ¿Cómo debe comportarse para que los jugadores den lo mejor de sí mismos y hagan que el partido sea una experiencia beneficiosa?

Abajo hay algunas sugerencias para diferenciar entre períodos activos (cuando se está jugando el partido) y pausas en el partido (cuando se detiene el partido, por ejemplo, después de una falta personal, tiempo muerto, medio tiempo, etc.).

Retroalimentación durante el partido

Durante los períodos de participación activa, el comportamiento del entrenador puede interferir negativamente en el rendimiento de los jugadores. Por ejemplo, el entrenador que reprende a los jugadores desde la línea lateral o les da instrucciones durante el partido en juego puede ponerlos más nerviosos o distraerlos del partido en sí. De manera similar, el comportamiento no verbal también puede afectar profundamente el rendimiento de los jugadores. En particular, los jugadores que estén en el banco prestarán mucha atención al comportamiento del entrenador (incluso si los jugadores que están en la cancha no se dan cuenta) y esto puede llevar a que los jugadores que ingresen al partido tengan miedo de cometer errores.

Por esta razón, es mejor que los entrenadores hablen con los jugadores durante las pausas y no durante los períodos de participación activa.

A veces el entrenador está muy activo en la línea lateral, casi como si estuviera jugando el partido, diciendo dónde tienen que ir los jugadores o cuándo hay que pasar el balón, etc. Este comportamiento también puede ser contraproducente, ya que los jugadores no aprenden a reaccionar a lo que sucede en el partido, sino a reaccionar a lo que dice el entrenador.

En todo caso, si el entrenador considera que debe hablar con los jugadores durante los períodos de participación activa, debe referirse a lo que los jugadores tienen que hacer en ese momento, no a cosas que ya han ocurrido. Eso puede ser importante después, pero en el momento “lo que pasó” no tiene relevancia, sino que lo que es fundamental es “qué harán”.

Por ejemplo, un jugador comete un error defendiendo y permite que el jugador al que defiende anote. El entrenador se enoja y se levanta del banco para reprender al jugador por lo que sucedió, y le advierte que preste más atención la próxima vez.

Mientras sucede esto, el equipo ataca. Los jugadores tomaron el balón rápidamente y están avanzando, intentando obtener un buen tiro. Al escuchar al entrenador, el jugador que cometió el error se pone nervioso y se distrae; entonces, al recibir el balón toma una mala decisión y la pierde.

¿Qué pasó? Aunque tal vez el entrenador tenía razón en hablar con el jugador, hacerlo en el momento incorrecto generó un efecto negativo en el rendimiento del jugador en la jugada siguiente.

Durante las pausas del partido

Hay muchas pausas durante un partido que dan al entrenador la posibilidad de dar retroalimentación. Ya sea que se trate de un jugador individual que tiene una pausa (p. ej., al ser reemplazado) o si se trata de una pausa en el partido (p. ej., tiempo muerto). Los entrenadores incluso pueden hablar con un jugador durante una pausa, por ejemplo, en los tiros libres.

Las actividades tanto del entrenador como de los jugadores durante las pausas son fundamentales. Si se usan correctamente, las pausas en el partido pueden ser de gran ayuda para los jugadores a fin de recuperarse físicamente (en la medida de lo posible) y prepararse para tener un mejor rendimiento durante períodos posteriores del partido.

Los entrenadores siempre deben darle retroalimentación al jugador que sale de la cancha. Si bien “buen trabajo” es mejor que nada, lo más eficaz es que el entrenador dé información específica.

Cuando sea posible, la retroalimentación positiva siempre debe superar las eventuales correcciones o indicaciones. Muchos entrenadores dan retroalimentación usando el método “sándwich” (comentario positivo-corrección-comentario positivo).

Por ejemplo:

“Me gusta mucho cómo cierras el rebote; lo haces muy bien de verdad”.

(Positivo)

“Cuando tu jugador tiene el balón, necesitas darle un poco más de espacio para que tengas tiempo de reaccionar. Recuerda, a un brazo de distancia”.

(Corrección, usando la frase “a un brazo de distancia”)

“Si te colocas a un brazo de distancia, podrás detener su penetración por drible, tal como practicamos el jueves pasado”.

(Positivo, generando la percepción de estar en “control”)

El último comentario es positivo porque se refiere a los entrenamientos , transmitiendo confianza al jugador que ya ha hecho esto antes y podrá hacerlo ahora.

En el baloncesto, las pausas pueden dividirse en tres categorías: durante el juego cuando el árbitro detiene el partido (ejemplo: al marcar una falta personal, cuando se va el balón, etc.), los tiempos muertos y medio tiempo.

Durante los tiempos muertos y otras pausas del partido

El comportamiento del entrenador durante las pausas en el partido es importante:

  • los comentarios a los jugadores deben ser muy claros, específicos y concisos. Si le quiere dar retroalimentación a un jugador en particular, primero obtenga su atención y luego haga el comentario;
  • toda retroalimentación debe tener como objetivo centrarse en aspectos fundamentales del próximo período del partido, sin detenerse a analizar lo que ya ha ocurrido en jugadas anteriores. Antes de hacer el comentario, el entrenador habrá analizado una jugada anterior, pero sus comentarios deben estar “orientados a la acción” (“Esto es lo que vamos a hacer”);
  • el entrenador debe hablar con determinación; si el entrenador está nervioso o enojado, primero debe calmarse y recién después hablar con los jugadores;
  • las pausas en el partido son una buena oportunidad para que el entrenador refuerce los esfuerzos realizados por los jugadores en tareas menos vistosas; por ejemplo, acciones defensivas, ayudar a los compañeros, correr a defender, etc.;
  • el entrenador también puede utilizar las pausas para animar a los jugadores después de sus errores, haciendo que se centren en determinadas tareas durante el siguiente período de participación activa;

 

Los entrenadores deben adoptar una rutina para los tiempos muertos, medio tiempo y pausas entre cuartos. Por ejemplo, durante los tiempos muertos:

  • enseñar a los jugadores a moverse con rapidez hacia las líneas laterales o el banco. Esto puede practicarse en los entrenamientos usando simulaciones de tiempos muertos para dar instrucciones (lo que también es útil para que el entrenador mantenga corto su mensaje);
  • dar quince segundos para que los jugadores tomen agua, se sequen el sudor y se relajen un poco mientras el entrenador decide qué decir;
  • establecer que la única persona que habla durante el tiempo muerto es el entrenador; no los entrenadores asistentes ni los jugadores, sólo el entrenador. De lo contrario, la atención de los jugadores se dispersará y no podrán concentrarse en los comentarios que decidió hacer el entrenador;
  • no intentar decir demasiado, especialmente a los jugadores más jóvenes y no hablar con demasiada rapidez;
  • hablar con energía, pero sin ponerse nervioso. Usar oraciones completas, dar instrucciones precisas y claras; usar palabras y frases que puedan comprender los jugadores. Generalmente las mejores palabras que se deben usar son los puntos de enseñanza o las palabras clave utilizadas en las sesiones de entrenamiento;
  • centrarse en lo que quiere que el equipo haga, no en lo que están haciendo mal.

En las pausas de medio tiempo entre los cuartos

El medio tiempo es la mayor pausa en el partido y, por ende, el momento en que el entrenador puede intervenir directamente en la mayor medida.

El medio tiempo también debe ser usado por los jugadores para descansar, ir al baño, tomar agua, etc., y para que el entrenador les hable sobre cómo mejorar su rendimiento durante la segunda mitad.

Al dirigirse a los jugadores durante el medio tiempo, el principal objetivo es ayudarles a mejorar su rendimiento durante la segunda mitad, dejando para después los comentarios sobre lo que ocurrió durante la primera mitad, que no sirven para lograr este objetivo.

El entrenador debe fijar una rutina factible para el medio tiempo, a fin de asegurarse de que el tiempo se use de la mejor manera posible. Nuevamente, esto puede ser algo que se practique en las sesiones de entrenamiento.

Lo más importante es que el entrenador PIENSE antes de HABLAR. El entrenador siempre debe reservar un tiempo para los jugadores; así, incluso en un medio tiempo de 10 minutos, el entrenador puede elegir hablar sólo durante dos o tres minutos.

El entrenador también debe referirse a los objetivos previos al partido, especialmente recalcando los comportamientos que quiere que se repitan. Cuando corresponde una corrección, el foco debe estar puesto en qué hacer, y referirse a un objetivo previo al partido puede ayudar a transmitir la urgencia. Por ejemplo,

“Nuestro objetivo era mantenerlos en menos de 10 rebotes ofensivos, y ya tienen 9. Necesitamos cerrar el rebote. Recuerden, vean al oponente, hagan contacto y luego busquen el balón”.

Después del partido

Terminado el partido, el entrenador debe adoptar una actitud equilibrada independientemente de lo que haya sucedido. No debe reaccionar de manera eufórica cuando gana su equipo o cuando los jugadores jugaron bien, ni debe deprimirse cuando pierden o jugaron mal.

El entrenador que trabaje con jugadores de corta edad debe recordar que los partidos constituyen una experiencia educativa única; y el momento más importante viene al final del partido. En ese momento los jugadores jóvenes aprenderán a tolerar la frustración de la derrota o de haber jugado mal y también a poner en la perspectiva correcta la victoria y un buen partido.

El entrenador debe liderar a su equipo en darse la mano con los oponentes y los árbitros, agradeciéndoles por su participación en el partido.

Terminó el partido; ya habrá tiempo de analizarlo más tarde. Lo que es importante en un principio es que el entrenador exhiba su apoyo a los jugadores. No es necesario organizar una charla o, por ejemplo, intentar convencer a los que están tristes de que perder no es importante. Basta con que el entrenador esté allí con ellos y diga algunas palabras de aliento.

Inmediatamente después del partido no es el momento para analizar, explicar ni corregir nada. Los jugadores necesitan tiempo para expresar sus emociones, porque esto también es algo que pueden aprender del baloncesto. Muy a menudo después de un partido los pensamientos inmediatos de los jugadores, espectadores y entrenadores se refieren a los minutos finales del partido. El jugador que erró el tiro final puede sentir que perdió el partido.

Sin embargo, en realidad el equipo habrá errado muchos tiros durante el partido y cada uno de ellos contribuyó al resultado final.