Los entrenadores deben considerar el partido como una experiencia constructiva, ya sea:

  • reforzando aspectos positivos para que los jugadores los repitan;
  • u observando qué sale mal y qué se puede mejorar de manera realista, a fin de trabajar en eso en posteriores sesiones de práctica.

Los partidos no son el entorno adecuado para corregir errores serios; para eso están los entrenamientos. Tampoco se deben presentar estrategias o conceptos nuevos durante los partidos; otra vez, para eso están los entrenamientos.

Durante el partido, el entrenador debe enfocarse en que lo importante no es lo que ya sucedió y no se puede cambiar, sino en lo que sucede ahora mismo o lo que podría suceder durante el resto del partido.

Por ejemplo: lo importante no es que el equipo contrario ha encestado varias veces mediante contrataques, sino qué puede hacer el equipo para evitarlo en el futuro. Muchos entrenadores se centran en diagnosticar el problema en vez de centrarse en el “tratamiento”— en lo que necesita hacer el equipo.

Selección de la estrategia

En primer lugar, los entrenadores deben detallar los objetivos y planes del partido, obviamente teniendo en cuenta las características y los objetivos generales de sus equipos para la temporada.

En segundo lugar, los entrenadores deben prever los problemas que más probablemente surgirán durante el partido (por ejemplo, un entrenador de minibasket puede prever que sus jugadores perderán el balón cuando el equipo contrario los presione).

En tercer lugar, los entrenadores deben decidir qué harían para compensar estos problemas. Esto incluye instrucciones específicas, que reiteran o se relacionan con los puntos de enseñanza utilizados en la práctica. Por ejemplo, si el entrenador prevé que al equipo le pueden robar el balón, puede remarcar la importancia de pivotear, proteger al balón y dirigirse hacia él.

Para ayudar a compensar los problemas, el entrenador también debe ser positivo (en el caso anterior, por ejemplo, debe decirles a los jugadores que no se preocupen e incentivarlos incluso cuando pierden el balón).

Al adelantarse a posibles problemas, el entrenador prepara una estrategia simple para el partido:

Dar información al equipo

Al presentar información al equipo antes del partido, el entrenador no tiene que detallar todo lo que haya pensado o considerado. Por ejemplo, el entrenador no debe entrar en detalle acerca de por qué piensa que el equipo contrario puede robar el balón. En cambio, puede fijar objetivos positivos sobre lo que necesita hacer el equipo (pivotear, proteger el balón, ir hacia el balón).

También puede servir fijar objetivos que dividan el partido en períodos, quizás menores que los cuartos o las mitades en que se juega el partido. Por ejemplo, cuando el entrenador prevé que el equipo contrario es mejor puede fijar el objetivo de estar a 5 puntos cada 5 minutos. Esto permite al entrenador “reiniciar” la atención del jugador cada cinco minutos.

En un partido de 40 minutos, si a un equipo el oponente le gana por 4 puntos cada 5 minutos, perdería por 32 puntos, lo que podría ser desalentador para los jugadores.

Sin embargo, las probabilidades indican que habrá períodos de 5 minutos en que el equipo jugó mejor que los demás y fijar estos “mini objetivos” puede ayudar al equipo a percibir su éxito.

Los entrenadores deben ser cuidadosos en cuanto a su propia conducta porque los jugadores y los padres frecuentemente imitan lo que hace el entrenador. Si el entrenador está nervioso por el resultado, es probable que los jugadores también lo estén.

Estos son algunos principios generales que hay que seguir:

  • mantener una actitud equilibrada en relación con los partidos cuando los jugadores están presentes. Si bien nos esforzamos por ganar, ganar no es todo;
  • no es buena idea hablar demasiado sobre el partido antes, ni referirse al posible resultado, especialmente con comentarios que producen el estrés, como “tenemos que ganar el próximo sábado”;
  • el entrenador debe recordarles a los jugadores que lo importante es que disfruten y hagan lo mejor que puedan;
  • el entrenador tiene que darles a los jugadores factores mediante los cuales deben juzgar su éxito que no sea el resultado final. Esto debe relacionarse con lo que se trabajó en los entrenamientos. Así se centra la atención en seguir mejorando;
  • En este punto, es importante que el entrenador fortalezca la percepción de control de los jugadores. Para lograrlo, debe evitar referirse a aspectos que los jugadores no pueden controlar directamente (p. ej., el marcador final) y concentrarse en los aspectos que sí pueden dominar (p. ej., el comportamiento del jugador).

Así, los objetivos del equipo antes del partido deben ser de rendimiento, y las instrucciones y los comentarios del entrenador se deben centrar únicamente en el comportamiento de los jugadores. Además, justo antes del partido, el entrenador debe tener en cuenta que los jugadores suelen estar nerviosos y que, en estas condiciones, su capacidad de atención se reduce bastante.

En consecuencia, el entrenador debe evitar tratar de transmitir demasiada información o información muy compleja. Los objetivos previos al partido deben referirse a tres o cuatro aspectos principales del partido, basándose en los puntos de enseñanza o los objetivos usados en las sesiones de entrenamiento.