Enseñar habilidades extradeportivas

Un entrenador de jóvenes de corta edad está en una posición casi única para influenciar el desarrollo integral de un niño, no solo su desarrollo atlético. Un entrenador de jóvenes de corta edad enseña lo siguiente:

  1. Competencias deportivas:

Requisitos técnicos, tácticos y físicos para la participación en distintos niveles. Estas competencias constituyen el núcleo tradicional del deporte y son las habilidades específicas, tanto individuales como de equipo, necesarias para jugar el partido.

  1. Competencias personales:

Capacidades relacionadas con el desarrollo integral de la persona que pueden fundamentarse y desarrollarse a través de la participación en los deportes. Estas se subdividen en competencias sociales, cognitivas y emocionales.

  1. Competencias de la vida

La combinación de las competencias deportivas y personales y la experiencia que contribuyen positivamente en el curso de la vida de un individuo. Por ejemplo, la habilidad de esforzarse para realizar el entrenamiento y lograr un objetivo también puede aplicarse al estudio escolar .

Desarrollo físico y salud

La salud de una persona es tal vez uno de los aspectos más obvios que pueden enriquecerse mediante la participación en el baloncesto. Esto incluye lo siguiente:

  • Desarrollo físico del jugador, incluida la coordinación.
  • Hábitos de vida saludable relacionados con la práctica de deportes, tales como la nutrición, la higiene y los hábitos de cuidado personal.

Sin embargo, los entrenadores también deben saber que la participación en actividades inapropiadas puede generar riesgos serios e importantes para los atletas:

  • Riesgos al desarrollo físico del jugador (por ejemplo, una estrategia de entrenamiento basada en el levantamiento de pesas como forma de desarrollar fuerza sería perjudicial para jugadores de Minibasket).
  • Riesgo de lesiones graves o crónicas que en algunos casos pueden afectar el desarrollo físico a largo plazo de jugadores jóvenes.
  • Si la actividad es muy estresante o desmoralizadora, es muy probable que el jugador no se sienta a gusto al hacerla y en consecuencia no desarrolle un "hábito" de disfrute de la participación en la actividad física.
  • Riesgo de que para mejorar su rendimiento y controlar el dolor de las lesiones, los jugadores puedan terminar tomando sustancias estimulantes, con el consecuente daño a su salud. Esta conducta puede dar origen a una adicción a las drogas, dada la alta vulnerabilidad de las personas a esta edad temprana.

Por consiguiente, los entrenadores deben preparar sus planes teniendo en cuenta a los atletas particulares con los que está trabajando. Las actividades deben ser apropiadas para cada atleta y cualquier queja de un atleta de que "algo duele" debe ser considerada seriamente.

Los entrenadores no deben dudar en informar a los padres cuando reciben una respuesta de que una actividad "le hace daño", y los padres luego pueden buscar una opinión médica.

Particularmente en varias etapas del crecimiento, los niños pequeños pueden ser susceptibles a tener problemas debido a una actividad que de otro modo no sería problemática.

Pero analicemos primero algunas de las competencias personales que la participación en un deporte, y en especial un deporte de equipo como es el baloncesto, puede desarrollar. Cada una de estas competencias tendrá una aplicación mucho más amplia en la vida de un jugador, no simplemente en su participación en el básquetbol.

Compromiso

Los entrenadores deben ser claros sobre el compromiso que exigen de los jugadores y hacer a los atletas responsables de cumplir ese compromiso con el equipo.

Aceptar un compromiso requiere a veces que el jugador tenga que ceder algunos deseos personales o hacer ciertos sacrificios por el grupo. Esto obliga a los jugadores a pensar en los demás y no solo en sí mismos, y hace falta tener disciplina personal para ser capaz de hacerlo.

El entrenador debe enfatizar la importancia del compromiso que aceptan los jugadores. Si un jugador no asiste a los entrenamientos, su tiempo en cancha puede disminuir. Si bien generalmente habrá una buena razón por la que el jugador no puede participar en el entrenamiento (tales como compromisos familiares o escolares), el entrenador debe premiar a los jugadores que aceptan el compromiso y asisten al entrenamiento.

Es importante que el entrenador comunique sus expectativas (y las consecuencias si estas no se cumplen) al comienzo de la temporada.

Es posible que el entrenador decida no imponer una sanción cuando el jugador tiene una buena razón para ausentarse del entrenamiento. Sin embargo, el entrenador aún así debe tener reglas sobre cómo comunica un jugador su ausencia.

Los jóvenes de corta edad están en una etapa de su desarrollo personal en donde la máxima prioridad es normalmente focalizar en sus propias necesidades; actúan típicamente en base a lo que quieren o sienten en ese momento particular. Pueden preferir ir al cine con amigos en vez de asistir a el entrenamiento del equipo. El entrenador ayudará a los jugadores a desarrollar esta importante habilidad si establece claramente el compromiso esperado y luego exige que los jugadores lo cumplan. 

Perseverancia

Los jóvenes de corta edad se caracterizan generalmente por tener deseos a corto plazo: cuando algo no les gusta o se vuelve molesto para ellos, lo abandonan, y si algo es demasiado complejo o les demanda un esfuerzo continuo, no lo hacen.

Esta caracterización de los adolescentes es tal vez aún más aplicable ahora que cuando fue originalmente escrita 20 años atrás, con esta generación moderna que creció en una era de computadoras en donde la comunicación es instantánea y el ritmo de la vida es más rápido de lo que siempre fue.

El desarrollo de habilidades lleva tiempo. Sea una destreza individual o de equipo, los jugadores fracasarán (y deben hacerlo) varias veces mientras intentan realizar la destreza antes de que alcancen la confianza y la habilidad necesarias. La perseverancia es especialmente importante cuando los jugadores atraviesan tiempos difíciles; por ejemplo, si cometen errores, juegan mediocremente o intentan cosas pero no obtienen el resultado que querían.

Los entrenadores deben identificar los progresos de los jugadores y así darles confianza para perseverar, y no solamente elogiar los resultados o reprochar las fallas para alcanzar el objetivo.

Cada jugador se desarrolla a su propio ritmo; algunos adquieren las habilidades más rápido que otros y esto puede constituir una fuente de frustración para los jugadores si no progresan a igual ritmo que sus compañeros de equipo.

El entrenador debe ser cuidadoso de no comparar los avances de un jugador con otro (ejemplo: "Fulana puede hacer esto, ¿por qué tú no?").

Todos son responsables de las acciones del grupo. Si algo sale mal o se pierde un partido, no se culpa a nadie. Todos asumen la responsabilidad e intentan asegurarse de que no vuelva a pasar.

Responsabilidad

Aceptar la responsabilidad dentro de un grupo es otra competencia importante que los jugadores necesitan desarrollar.

Dentro del contexto de un deporte de equipo, los jugadores enfrentan con regularidad situaciones en donde tienen una responsabilidad con el grupo. Por ejemplo, un jugador tiene que defender 1 a 1 contra la arremetida de un rival y debe asumir la responsabilidad personal para poder realizar la tarea con éxito. Todo el equipo confía en él.

La estructura defensiva de un equipo depende de que cada jugador asuma la responsabilidad de ejecutar una tarea. Si un equipo intenta hacer un dos contra uno al jugador que controla el balón, pero solo un defensor se mueve a la posición, el dos contra uno falla.

Es muy importante que los jóvenes de corta edad aprendan a aceptar las responsabilidades personales para el beneficio de un grupo. Es igualmente importante que aprendan a hacer responsables a sus compañeros de equipo, lo cual puede ser tan simple como que los jugadores digan a sus compañeros de equipo que están molestos de que un compañero llegue siempre tarde a los entrenamientos.

Inevitablemente los jugadores cometerán errores (por ejemplo, un defensor será vencido por un jugador en ataque). Cada jugador debe aceptar su responsabilidad y reconocer que fue vencido (en vez de echar la culpa a otros factores).

Sin embargo, los jugadores no deben obsesionarse con ningún error que hayan cometido.

El entrenador debe igualmente estar atento para asegurarse de que los jugadores no tengan una actitud negativa en sus relaciones con los demás. No es correcto, por ejemplo, que un compañero de equipo culpe por la derrota a otro que erró un tiro o perdió un balón. En este ejemplo, los compañeros de equipo deberían (guiados por el entrenador) mostrar apoyo.

Ayudará a que los jugadores desarrollen su sentido de responsabilidad si el entrenador evita poner el énfasis en el resultado final del partido; debería focalizar en qué hacer: el proceso.

Por ejemplo, no se debe decir "tienes que meter este tiro o perdemos" si no en cambio mostrar a los jugadores a dónde tiene que ir cada uno y qué hacer para crear el lanzamiento que se quiere lograr.

En este ejemplo, si se logra o no el tiro, y se gana el partido, es responsabilidad del equipo. Tal como nos recuerda Mike Krzyzewski, entrenador de la Universidad de Duke y de los EE. UU.:

"los jugadores deben entender la importancia de su propia contribución al equipo".

Es muy importante fortalecer las conductas personales que contribuyen significativamente al grupo pero que no necesariamente deriven en que el jugador tenga un balón, anote, etc.

Por ejemplo, el entrenador puede enfatizar la importancia de "bloquear" en la disputa de un rebote para que el equipo gane la posesión del balón. Es una responsabilidad personal (cada jugador debe aceptar la responsabilidad de bloquear un rival) que generará un resultado favorable para todo el equipo (obtener el balón).

Algunos jugadores llevarán a cabo la tarea de bloqueo y permitirán que otro compañero de equipo agarre el balón. Las estadísticas oficiales atribuyen el mérito al jugador que consigue el rebote, por lo tanto el entrenador debe asegurarse de reconocer el mérito de los otros jugadores.

El entrenador alienta a todos los jugadores a seguir tomando la responsabilidad personal en beneficio del grupo cuando reconoce a aquellos jugadores que lograron con éxito un bloqueo.

Tal vez aún más importante es cómo esto contribuirá al desarrollo de la aceptación de la responsabilidad personal, en la personalidad de los jugadores y del equipo.

Si el entrenador simplemente aplaude al jugador que atrapó el rebote, los jugadores dejarán de bloquear y pasará a ser su prioridad atrapar el balón. A la larga, esto perjudicará el rendimiento del equipo.

Trabajo en equipo

El trabajo en equipo exige que los jugadores acepten la responsabilidad personal, pero aprender a trabajar como un equipo es otra competencia.

Analicemos, por ejemplo, un simple ejercicio de 2 contra 2 en el cual los jugadores en ataque no pueden botar y solo pueden pasar el balón y deben hacer que el balón vaya de una línea de fondo a la otra. Para lograrlo, deben colaborar unos con otros.

Esta actividad enseña la importancia de la colaboración y el trabajo en equipo: un jugador no puede ganar el partido solo. El objetivo del "trabajo en equipo" es entender el valor de trabajar juntos para alcanzar un resultado en común.

Sin embargo, un jugador no aprende a colaborar simplemente porque juegue al baloncesto. Un ejemplo de esto es el jugador que intenta vencer a un jugador rival uno contra uno (y puede que lo logre) pero elige esta opción en vez de pasarle el balón a un compañero de equipo que está libre.

Los entrenadores deben resaltar la importancia de la colaboración y organizar la práctica de modo que aliente a los jugadores a cooperar.

Es importante que el entrenador no reconozca y premie simplemente la anotación sino más bien enfatice las reglas de juego en equipo.

Otro aspecto del trabajo en equipo que se debe resaltar es que no es necesario que los jugadores en un equipo sean amigos íntimos. Necesitan compartir un objetivo en común (al que los guía el entrenador) y los jugadores deben valorar el trabajo con otro compañero hacia ese objetivo, aun cuando no lo consideren un amigo.

Aceptar y cumplir las reglas

Obviamente, jugar al baloncesto (de hecho jugar a cualquier deporte) implica conocer y respetar las reglas del juego. La mayoría de los jugadores lo comprenden pero el entrenador no debería asumir que todos los jugadores conocen las reglas y debe dedicar un tiempo a explicárselas.

También es importante que los jugadores (y los entrenadores) aprendan a aceptar cómo interpretar y aplicar las reglas. Los árbitros no se proponen cometer errores deliberadamente, pero los errores sí ocurren.

Es posible que un árbitro aplique una regla incorrectamente (p. ej.: sancionar un "bloqueo" cuando debería ser un "ataque") o equivocarse de regla. Sin importar cómo ocurre un error, respetar las reglas significa aceptar que tales errores suceden.

El entrenador puede pedir al árbitro una explicación, pero una vez que la obtiene (aun si está en desacuerdo con ella) el entrenador debe seguir adelante y hacer que sus jugadores se concentren en la próxima jugada.

Para contribuir a un equipo los jugadores también deben respetar las reglas de equipo, como el uniforme fuera de la cancha, las reglas de entrenamiento o tal vez hasta el comportamiento fuera del equipo (p. ej., no salir hasta tarde la noche previa a un partido).

Por lo tanto, al jugar en un equipo, los jóvenes pueden acostumbrarse a no poder hacer exactamente lo que quieren y a respetar algunas reglas que promueven la convivencia con otros y el cumplimiento de objetivos.

Respeto por los demás

Para poder actuar como un equipo, los jugadores deben aprender a respetar las diferencias individuales que existen dentro de su equipo. Los jugadores deben aceptar y convivir con compañeros de equipo que, en algunos casos, pertenecen a diferentes grupos sociales, razas, religiones, grupos étnicos, países, ciudades, etc., y puede que tengan ideas y costumbres diferentes.

Un elemento clave para el respeto de los compañeros de equipo es no hacer nada que pueda impactar negativamente a un compañero.

Por ejemplo, todos los jugadores tienen su propia rutina previo a un partido. Puede que a un jugador le guste escuchar música, que otro quiera rezar, algunos estarán muy nerviosos y querrán hablar mucho mientras otros quieren sentarse en silencio.

Al adoptar cualquier rutina que les venga bien, cada jugador debe asegurarse de que la misma no afecte a los demás. Por ejemplo, el jugador que escucha música debe usar auriculares para que el resto no la oiga.

Los jugadores también tienen que respetar las diferencias que surgen al jugar al baloncesto, porque algunos juegan mejor que otros, algunos dominan ciertas habilidades mejor o las adquieren más rápido que otros, algunos juegan más minutos que otros, etc.

El entrenador debe promover una cultura de respeto mutuo y una actitud de solidaridad entre los jugadores mediante su propio comportamiento; el entrenador debe ser un modelo a seguir que respeta a todos los jugadores a pesar de sus diferencias.

El comportamiento que el entrenador acepte de los jugadores definirá la cultura del equipo, y esta puede ser positiva o negativa. Por lo tanto, el entrenador debe hacer hincapié en estándares de conducta que promuevan el respeto y la solidaridad y rechazar aquellos que promuevan lo contrario.

Por ejemplo, es posible que los jugadores le tomen el pelo a un compañero de equipo quien es menos habilidoso y se le cae el balón. A lo mejor tales bromas no son mal intencionadas, pero pueden tener un efecto negativo en la autoestima y el rendimiento del jugador.

Si el entrenador acepta tal comportamiento, puede afectar no solo al jugador individual sino que también puede afectar negativamente al equipo porque indica que faltarle al respeto a un compañero está bien.

Si el entrenador no hace nada, está aceptando el comportamiento. No quiere decir que el entrenador se sume a las bromas; pero al no ponerle un freno, está efectivamente respaldando el comportamiento y esto puede promover una cultura de la falta de respeto.

Los entrenadores igualmente deben evitar usar el sarcasmo en sus comentarios a los jugadores ya que pueden ser mal interpretados o tomados negativamente por los jugadores, o bien estos pueden imitar esta forma de actuar.

En la situación antes mencionada, el entrenador no debe permitir que se hagan tales comentarios, dejando claro que no serán aceptados. El entrenador también debe premiar a los jugadores que contribuyen a integrar al grupo a aquellos compañeros de equipo que son "diferentes".

El baloncesto es competitivo, lo que significa que los equipos están "peleando" contra el otro, cada uno intentando alcanzar la misma meta. Obviamente, solo un equipo puede alcanzar esa meta (ganar el partido) y los entrenadores deben enfatizar que la más alta prioridad es tener "espíritu deportivo", que demanda ser respetuosos con los rivales y los árbitros.

El entrenador debe poner especial énfasis en que los jugadores sean educados con sus rivales: no deben insultarlos, deben ayudarlos a levantarse si se caen al suelo, deben hablar con ellos al finalizar el partido y felicitarlos si ganaron, etc.

Bajo ninguna circunstancia puede un entrenador de jugadores de corta edad intentar motivar a los jugadores enfrentándolos con sus rivales; por ejemplo, no deben hacer comentarios tales como los siguientes: "dicen que ustedes son unos...", "la última vez ganaron porque estaban jugando sucio", "dijeron que son unos idiotas", etc.

Este tipo de estrategia es poco ético y no contribuye a desarrollar valores importantes como el respeto por los rivales.

El entrenador debe ser un ejemplo positivo y no debe insultar, ridiculizar ni subestimar a un equipo rival, sino que debe mostrar el máximo respeto hacia cualquier oponente.

Por ejemplo, si el equipo que entrena claramente gana el partido, el entrenador no debería pedir un tiempo muerto en el último minuto de partido. Hacerlo es una falta de respeto, ya que no hay nada que necesite decirse.

El entrenador puede estar tentado de pedir un minuto para reemplazar un jugador; si ese es el caso, debería enviar al equipo inmediatamente a la cancha para dejar claro para qué pidió el tiempo muerto.

Un entrenador siempre debe dar la mano a su entrenador rival y no debe hacer comentarios sobre jugadores que no están relacionados con el partido.

Tampoco debe permitir que los jugadores, ni los espectadores, hasta donde esté a su alcance, vitoreen cuando un rival comete un error.

De la misma forma, el entrenador siempre debe actuar respetuosamente hacia los árbitros, y de ese modo alentar a los jugadores a aprender a respetarlos.

Esta es probablemente un área en la que los entrenadores fallan más. Por ejemplo, es frecuentemente evidente que los entrenadores insultan, subestiman y ridiculizan a los árbitros, y que en frente de sus jugadores de corta edad cargan la culpa por las derrotas a las decisiones de los árbitros. Este ejemplo, junto con otros similares protagonizados por los padres, hacen muy difícil para los niños y adolescentes aprender a respetar la figura del árbitro.

Los entrenadores y jugadores, en especial a nivel juvenil, deben aceptar que los árbitros cometen errores. A menudo están aprendiendo y desarrollando sus habilidades del mismo modo que los jugadores lo están haciendo; pero aún el árbitro más experimentado a veces comete un error, exactamente igual que lo hacen los jugadores y entrenadores. Los entrenadores o jugadores que culpan a los árbitros no están asumiendo la responsabilidad por sus propias acciones o la actuación del equipo.

Por ejemplo, un árbitro puede sancionar incorrectamente que un tiro realizado al final del partido no se lanzó antes de que terminara el partido, y esto puede significar que el equipo pierda el partido (aunque hubiese ganado si se contabilizaba el tiro).

Sin embargo, esto no implica que la decisión de los árbitros le haya costado el partido al equipo. A lo largo del partido, el equipo habrá cometido errores y errado otros tiros, y si ninguna de esas cosas hubiese pasado, no hubiesen estado en la situación de necesitar un último tiro.

La responsabilidad por el resultado del partido corresponde a los jugadores y entrenadores, no a los árbitros.

Aprender a competir

La vida presenta muchas situaciones competitivas y hay que estar preparado para enfrentarlas. El baloncesto competitivo es una excelente oportunidad para aprender a competir de una forma que es al mismo tiempo saludable y eficaz, adoptando un método de trabajo que puede ser muy valioso en el deporte y en la vida diaria para los jugadores de corta edad, y que puede ayudarlos ahora y en el futuro.

Todos los valores antes mencionados pueden ayudar a los jugadores jóvenes a aprender a competir. También es importante que aprendan a aceptar victorias y derrotas, éxitos y fracasos, buenas y malas actuaciones, aciertos y desaciertos, todos del mismo modo.

Por esta razón, es muy relevante que los equipos de jugadores de corta edad enfrenten diferentes experiencias durante la temporada: ganar, perder, jugar bien, jugar mediocremente, etc., y que estas experiencias sean de aprendizaje para ellos.

Obviamente, los jugadores tienden a estar más felices si ganan que si pierden. Sin embargo, un equipo puede tener un buen rendimiento y perder, o jugar mal y ganar. El entrenador no debe resaltar ni la victoria ni la derrota. Debe felicitar a los jugadores por su esfuerzo y reflexionar sobre el éxito en términos de cómo jugaron, y no de si ganaron o perdieron.

Cuando el equipo pierde, los jugadores naturalmente sienten que han fracasado. De hecho, fallaron en alcanzar su objetivo de ganar, pero no significa que sean un fracaso. Parte de aprender a competir es entender que en una competición, así como hay un equipo ganador, siempre tiene que haber un equipo perdedor.

Al reflexionar sobre una derrota, el entrenador debe limitar sus comentarios a acciones relacionadas únicamente con el partido.

Es adecuado decir: "No hicimos bien el bloqueo porque no nos movimos hacia nuestro rival". Es muy inapropiado que el entrenador diga: "Son unos inútiles. No pueden ni siquiera hacer algo simple como cerrar el rebote". Este último comentario hace una declaración que va más allá del partido.

También es importante que los entrenadores (y los padres) tengan una perspectiva a largo plazo del desarrollo de los jugadores.

Aprender a competir es importante cuando los jugadores tienen entre 15 y 17 años de edad. Antes de eso, el foco debería inicialmente estar en lo siguiente:

• hacer que disfruten de estar físicamente activos y desarrollen competencias motrices básicas;

• DIVERTIRSE, empezar a aprender las habilidades en las que se basa el juego (p. ej.: pasar y atrapar el balón);

• aprender cómo entrenar y cómo ser parte de un equipo.

Poner demasiado énfasis en competir a una edad muy temprana es perjudicial tanto para el disfrute que los jugadores derivan de la participación (lo que hace menos probable que quieran seguir participando) como para el desarrollo de las habilidades (ya que se mostrarán reacios a explorar plenamente cómo ejecutarlas).

Esto no quiere decir que ganar no sea importante, solo que su importancia debe enfatizarse en el contexto de la edad de los niños.

Los jugadores de corta edad pueden disfrutar de jugar y realmente lo hacen, ya sea que ganen o no; es importante que los entrenadores den una retroalimentación positiva sobre los avances que el jugador y el equipo han hecho, ya que es esta una medida más relevante del éxito de los jugadores de corta edad.