El entrenador debe presentarse a los árbitros y a los árbitros de mesa antes del partido (si hay tiempo) y debe agradecerles después del partido. Hasta ahí debe llegar la interacción con los árbitros al entrenar equipos juveniles.

El entrenador debe centrarse en sus jugadores, ¡no en los árbitros! Cuanto más hable el entrenador con el árbitro, mayores son las probabilidades de que los jugadores también se centren en los árbitros.

En los partidos de equipos juveniles, generalmente los árbitros también son jóvenes e inexperimentados. Cometerán errores, pero el entrenador debe apoyarlos.

Si el entrenador necesita hablar con el árbitro durante el partido, debe hacerlo de manera cortés y con respeto.

Es mejor hacerlo durante las pausas del partido. El entrenador debe captar la atención de los árbitros y pedirles que se acerquen.

Entonces el entrenador debe hacer la pregunta, que debe ser lo más específica posible.

El entrenador necesitará hablar con las autoridades de la mesa durante el partido, y nuevamente debe hacerlo de manera cortés y con respeto.

Por ejemplo, si un entrenador considera que el marcador está mal, gritarle a la mesa durante el partido probablemente no resuelva nada. En cambio, el entrenador debe acercarse a la mesa durante una pausa y pedir que aclaren el resultado. La mesa llamará al árbitro en caso de que sea necesario.

Lo más importante es entender que, si bien todos los árbitros se esfuerzan por tener un partido perfecto (sin errores), es posible que cometan errores, al igual que lo pueden hacer los jugadores y los entrenadores.

La función del entrenador no es reprender a los árbitros ni culparlos por el resultado del partido. El entrenador debe centrarse en el rendimiento de su equipo.