Los entrenadores pueden influenciar muy positivamente a que los jugadores desarrollen, o no, un sentimiento de confianza en sí mismos.

Para promover el desarrollo de esta confianza, los entrenadores deben hacer lo siguiente:

  • organizar actividades competitivas en los entrenamientos que presenten desafíos alcanzables;
  • establecer objetivos realistas basados en el rendimiento de los jugadores (sus propias acciones) y no en el resultado de los partidos. Los objetivos deben centrarse en los esfuerzos personales de los jugadores para alcanzar los objetivos;
  • dejar claros los criterios usados para determinar si se alcanzaron los objetivos. El entrenador debe entonces analizar el rendimiento de modo objetivo y constructivo, en base a los criterios;
  • evitar sacar conclusiones generales basadas en experiencias aisladas que los inquietaron (por ejemplo, no deberían llegar a la conclusión de que el equipo jugó mal solo porque se perdió el partido en la última jugada);
  • evitar juzgar el rendimiento de los jugadores cuando las emociones están a flor de piel (por ejemplo, al final de un partido en el que los equipos terminaron con un marcador muy ajustado).

La forma en que se evalúa a los jugadores y el rendimiento del equipo es un elemento crucial en el desarrollo y fortalecimiento de la confianza en uno mismo.

Es probable que una evaluación general que es ambigua y arbitraria, o está basada en criterios desconocidos o confusos, afecte negativamente la confianza en uno mismo. También puede ayudar a desarrollar esta confianza si se hacen preguntas a los jugadores.

Una opción es preguntarles por qué creen que algo salió mal. El proceso de identificar qué salió mal puede ayudarles a identificar qué estuvo bajo su control y qué alternativas tuvieron (o puede que tengan en el futuro) .

Del mismo modo, puede ayudarles a identificar qué estuvo fuera de su control y por lo tanto no podía cambiarse, a pesar de que su respuesta a ello sí estuvo bajo su control.

Por ejemplo, es muy común en un partido de tenis ver a un jugador felicitar a su rival al rápidamente aplaudir con la palma de la mano contra la raqueta.

Esta puede ser una forma muy efectiva para el jugador de reconocer que el resultado de ese punto no estuvo bajo su control (es decir, su rival hizo un muy buen tanto) y que no debería impactar en la forma de encarar el próximo tanto.

La importancia del concepto de sí mismo y de la autoestima

El concepto de sí mismo es la opinión que una persona tiene de sí misma; la autoestima representa hasta qué punto a dicha persona le gusta esa opinión.

En ambos casos, se trata de una evaluación global que no se relaciona específicamente con ninguna actividad en particular, pero estará más estrechamente unida a aquellos aspectos que cada persona considere más significativos.

En el caso de las personas jóvenes, tanto el concepto de sí mismo como la autoestima son valores muy inestables que pueden fluctuar fácilmente. Ambos cambian conforme a sus experiencias de éxito o fracaso en ciertos aspectos que para ellos son muy importantes; por ejemplo, el baloncesto.

Algunos jugadores tienen un concepto de sí mismos y una autoestima que no dependen de su éxito en el deporte. En estos casos, se debe mantener esta situación, fortaleciendo la confianza en sí mismo del jugador e impidiendo que asocie su éxito en el deporte con su valor como persona.

En el caso de otros jugadores, en especial a partir de los 13 años de edad, el baloncesto juega un papel importante en su concepto de sí mismos y la autoestima.

Este es particularmente el caso de jugadores que han sido identificados como "sobresalientes" o que juegan en equipos más importantes.

En casos como estos, es posible que desaparezcan otras formas de gratificación, fuera del baloncesto, y que el jugador de corta edad no sea capaz de poner al baloncesto en perspectiva y controlar el éxito o fracaso correctamente.

Estos jugadores son especialmente vulnerables cuando asocian su concepto de sí mismos y su autoestima con sus éxitos o fracasos en el deporte.

Este éxito o fracaso puede relacionarse con el equipo (si el equipo gana o pierde) y también con su rol individual dentro del equipo (p. ej.: aun cuando el equipo ganó, puede que el jugador no haya jugado mucho y en consecuencia se considera a sí mismo un fracaso).

Los entrenadores deben evitar hacer comentarios que serán perjudiciales para el concepto de sí mismo y la autoestima. Las generalizaciones son comentarios que a menudo pueden ser perjudiciales, por ejemplo:

  • "Eres un tonto", cuando puede que en cambio el jugador solo haya tomado una decisión "tonta";
  • "No sirves para el baloncesto".

Los entrenadores tienden generalmente a hacer generalizaciones excesivas cuando están excitados (p. ej., inmediatamente después de un partido reñido) y suele ser mejor no hacer comentarios en ese momento.

En estas condiciones, el baloncesto puede resultar una actividad muy estresante que puede perjudicar el rendimiento, la salud y el desarrollo de estos jugadores de corta edad.

La influencia perdurable de los entrenadores

La relación entre entrenadores y jugadores jóvenes puede tener una influencia decisiva en el concepto de sí mismo y la autoestima del jugador. Por lo tanto, el comportamiento del entrenador en relación con los jugadores es crucial.

Por ejemplo, el entrenador tendrá una influencia negativa en los jugadores si:

  • los insulta ("¿Eres idiota?");
  • los subestima ("¿Te estás haciendo el tonto como de costumbre?");
  • los ridiculiza ante los compañeros de equipo ("Niño, ¡la canasta no está al otro lado de la calle!);
  • los riñe sin explicación o sin darles la oportunidad de corregir el error en el futuro ("¡Nunca lo haces bien! ¡No haces otra cosa más que equivocarte!");
  • usa expresiones que comparan su mérito como atleta con su valor como persona ("¡No puedes hacer nada bien! ¡Eres un desastre!").

Es particularmente importante recordar que es posible que los jugadores de corta edad no entiendan el uso del sarcasmo y que aun cuando el entrenador esté bromeando o no diga algo en serio, el jugador puede tomarlo a mal. Cuando algo se toma a mal, tiene un efecto perdurable en el concepto de sí mismo y la autoestima del jugador.

Igualmente, puede influenciar positivamente el concepto que los jugadores tienen de sí mismos y su autoestima si el entrenador:

  • establece objetivos realistas para los jugadores;
  • define con claridad y precisión los objetivos que deben alcanzar los jugadores;
  • ayuda a los jugadores a alcanzar tales objetivos y reafirma sus buenas acciones;
  • diferencia las acciones relacionadas con el rendimiento atlético del jugador y se refiere a ellas específicamente;
  • corrige a los jugadores constructivamente, señalando lo que hacen mal y centrándose en qué pueden hacer para corregirlo, dándoles oportunidades para así hacerlo.

Al establecer objetivos, se debe alentar al jugador a tener una "visión" o un "sueño" que es posible que se perciba como poco realista (p. ej.: representar a su país). Es tarea del entrenador entonces ayudar al jugador a identificar todos los "pasos" a lo largo del camino y definir objetivos que reflejen tales pasos. A medida que el jugador alcanza cada objetivo, esto mejorará su concepto de sí mismo y su autoestima, aun si finalmente no alcanza su sueño.