La falta de recursos no es una excusa, es un problema que el entrenador debe compensar tan bien como pueda.

Por ejemplo, es buena idea que el entrenador divida a los jugadores en grupos pequeños y establezca metas específicas para cada grupo. Si no hay suficientes balones o canastas, algunos grupos pueden realizar ejercicios sin el balón y sin la canasta (movimientos defensivos, fintas sin el balón, jugadas sin el balón, etc.), mientras que otros llevan a cabo ejercicios con el balón. Luego, los grupos intercambian actividades.

Los jugadores nunca deben deambular sin nada que hacer, salvo por los breves recesos para recuperarse de un esfuerzo intenso. Si la cantidad de jugadores no permite que todos ellos participen al mismo tiempo (p. ej., hay once jugadores y la idea es jugar un juego de 5 contra 5), los jugadores que no puedan participar deben ser la menor cantidad posible (en este caso, uno) y durante un breve período, en el que los jugadores deberán rotar con frecuencia.

A menudo puede resultar útil que el entrenador establezca una regla por la cual se efectúen sustituciones (p. ej., se sustituye a quien haya anotado) ya que esto permite que el entrenador se concentre en observar la actividad y ofrecer comentarios. Muchos entrenadores han caído en la trampa de olvidar sustituir jugadores en una actividad.