El mentor de un entrenador puede ser alguien que entiende de básquetbol o alguien que ni siquiera ha visto un partido en su vida. Sin embargo, para que la relación funcione, debe existir un alto grado de confianza y respeto entre el entrenador y su mentor.

Un mentor puede ser de ayuda en muchas situaciones diferentes; por ejemplo, cuando el entrenador enfrenta las siguiente situaciones:

  • le falta confianza en sí mismo (p. ej., al perder una serie de partidos, al ser echado o tener un conflicto con un jugador);
  • puede que esté inseguro sobre cómo manejar una situación (p. ej., el comportamiento de un jugador, decidir aceptar o rechazar un trabajo);
  • puede que no sepa cómo debe actuar o qué función debe cumplir (p. ej., al empezar un empleo nuevo o en un nuevo club);
  • necesita consejo sobre cómo actuar o comportarse (p. ej., para contener la agresión hacia los árbitros) y es posible que sepa, o no, cómo lo miran en ese momento;
  • no conoce de cuestiones de ética y etiqueta (p. ej., para continuar o no con una defensa de presión cuando existe una ventaja significativa);
  • sacaría provecho del desarrollo o instrucción técnica.

En algunas de estas situaciones, es posible que el entrenador tenga una duda que desea consultar y puede plantearla específicamente a un mentor. Otras veces (p. ej., cuando la forma de proceder del entrenador se cuestiona), es posible que sea el mentor el que le hace saber al entrenador que debería mejorar su comportamiento.

Se puede nombrar un mentor formalmente (p. ej., cuando un entrenador es puesto al frente de un equipo nacional por primera vez, es posible que reciba la ayuda de un entrenador de un equipo nacional anterior) o simplemente puede que se trate de alguien dentro del círculo de amistad del entrenador con quien este se siente a gusto conversando.

Más allá de cómo se encuentre un mentor, para sacar el máximo provecho de la relación, el entrenador debería hacer lo siguiente:

  • mantenerse regularmente en contacto con el mentor, no solo cuando necesita hablar de algo. El contacto regular construye la relación personal;
  • escuchar al mentor (teniendo en cuenta que el mentor no siempre coincidirá con el entrenador) y estar dispuesto a intentar algo distinto o a ver una situación desde otra perspectiva;
  • valorar y agradecer a los mentores;
  • no esperar que el mentor solucione todos los problemas; en definitiva, es el entrenador quien tiene que tomar sus propias decisiones. Del mismo modo, el entrenador no debe culpar al mentor si algo no sale bien. El entrenador debe responsabilizarse de sus acciones y de cualquier consecuencia que tengan;
  • ser honesto y abierto;
  • preguntar sobre él: dedicar tiempo a aprender sobre la experiencia del mentor ya que esto no solo construye la relación personal sino que también puede ayudar al entrenador a ver otras áreas para su propio desarrollo;
  • estar dispuesto a pedir ayuda. A menudo hay personas que pueden ayudar o dar una perspectiva útil a situaciones con las que el entrenador está lidiando, pero es posible que no ofrezcan su ayuda hasta que no se la pidan. Puede que no sean capaces de ayudar, pero tal vez pueden presentar al entrenador alguien que es capaz de hacerlo;
  • no abusar de la relación. Un mentor puede estar dispuesto a ayudar a un entrenador, pero es posible que no quiera que otro colega del entrenador lo contacte. Por lo tanto, un entrenador no debe compartir los datos personales del mentor a menos que este esté de acuerdo.

Las relaciones con muchos mentores son informales y pueden surgir simplemente al compartir información y experiencias. Esto puede suceder a menudo en clínicas o conferencias o bien simplemente al asistir a prácticas de otros equipos dentro del propio club. Cuanto más abierto se muestre el entrenador a trabajar con otros entrenadores, más fuerte será su círculo de mentores.