El entrenador a menudo tendrá atletas en su equipo que tengan una técnica deficiente (p. ej., en una habilidad individual como la técnica de tiro) o que tengan un hábito en su forma de jugar (p. ej., en una habilidad de equipo tal como no negar un pase en el perímetro). Puede haber varias causas que den origen a un hábito:

  • la habilidad se desarrolló a través de repeticiones sin una instrucción específica (esto suele ocurrir con las habilidades individuales);
  • una instrucción específica de un entrenador anterior (p. ej., un entrenador anterior puede haber dado la instrucción específica de no negar pases en el perímetro);
  • la falta de conocimiento de la “técnica correcta” o de que su técnica actual es deficiente; o
  • la falta del buen estado físico necesario para jugar con un determinado estilo (podría decirse que este no es un mal “hábito”).

De cualquier manera, la causa del hábito es menos importante que el hecho de que el hábito existe. Un hábito no es simplemente “memoria muscular”, sino que es una respuesta física en el cerebro: la conexión entre las células cerebrales (la “sinapsis”) se fortalece y a medida que aprendemos, el cerebro aumenta el tamaño. Cuanto más fuertes son las conexiones entre las células, más automática es la ejecución de la habilidad hasta que llegamos a un punto de “competencia inconsciente” en el que somos capaces de ejecutar la habilidad sin pensar.

Cambiar una técnica es difícil y llevará tiempo. A continuación se incluyen algunos consejos útiles sobre cómo hacerlo de la manera más eficaz posible.

  1. Enseñe un nuevo hábito en lugar de cambiar un viejo hábito

En lugar de cambiar un hábito ya incorporado (lo cual, en términos sencillos, requiere cambiar la conexión física entre células del cerebro y reemplazarla por una nueva conexión), a menudo será más eficaz enseñar un hábito nuevo:

  • dar a la técnica vieja un nombre específico (p. ej., “tiro errado”);
  • dar a la técnica nueva un nombre específico (p. ej., “buen tiro”);
  • enseñar una nueva habilidad como se le enseñaría a un principiante; y
  • usar puntos de enseñanza descriptiva diferentes a los usados anteriormente por el deportista (p. ej., “codo alto”).

Al enseñar un hábito nuevo, se crean nuevas conexiones entre las células del cerebro, en lugar de intentar cambiar las (fuertes) conexiones existentes. Aliente al deportista en los entrenamientos y en un partido cuando corresponda (p. ej., antes de un tiro libre) a decir para sus adentros el nuevo nombre o punto de enseñanza (p. ej., “buen tiro” o “codo alto”), ya que esto puede ayudar a cambiar su actitud y concentrarlo en usar la nueva técnica.

  1. Use la visualización

Cuando los atletas usan la visualización para practicar una habilidad, esto tiene el mismo efecto en el cerebro (fortalecer la conexión entre las células) que la práctica física. En particular al intentar cambiar la técnica de un deportista, la visualización puede ser muy eficaz, ya que permite al deportista practicar la habilidad sin que el hábito viejo impacte en su rendimiento.

El uso eficaz de la visualización también ayuda al deportista a completar la gran cantidad de repeticiones necesarias para adquirir un hábito, porque implica que puede hacerlo en casa, en la escuela o en cualquier lugar en el que tenga algo de tiempo para hacer una visualización concentrada de la habilidad.

Para ayudar con la visualización, haga que el atleta ejecute la habilidad con los ojos cerrados y se concentre en cómo siente el cuerpo, la posición de la cabeza, los brazos, las piernas, etc. Esta práctica lo ayudará también a identificar (mediante la “sensación”) cuándo ejecuta la habilidad de manera incorrecta.

  1. Si debe corregir un viejo hábito, cambie sólo lo que es absolutamente necesario

Al trabajar con un atleta para cambiar la forma en la que ejecuta una técnica, cambie lo mínimo posible y modifique lo que vaya a tener el mejor efecto. Por ejemplo, los mejores marcadores del mundo tienen una variedad de técnicas diferentes para hacer tiros. La técnica individual depende de muchos factores, incluidos la flexibilidad y el rango de movimiento.

Al intentar cambiar una técnica de tiro, el entrenador debe concentrarse en lo que sea más importante, no en todas las cosas que podrían necesitarse para replicar una técnica “de libro”.

  1. Convenza al deportista de que es normal “que salga peor antes de mejorar”

En ocasiones los atletas experimentan una gran frustración al intentar cambiar su técnica (en particular, cuando se trata de una habilidad individual) porque quizás atraviesan un periodo de no tanto éxito. Por ejemplo, en el caso de la técnica de tiro, quizás atraviesen un periodo en el que la técnica nueva se sienta muy rara e incluso en el que tengan menos precisión.

Sentirse “raro” es totalmente normal y puede ser un indicio de que el jugador está pasando de una “falta de competencia inconsciente” (respecto de la habilidad nueva) a una “falta de competencia consciente”. Se espera que esto ocurra, ya que es parte del aprendizaje de una habilidad nueva. Hacer que el atleta repita los puntos de enseñanza clave (p. ej., “codo alto”) o nombre la nueva habilidad también puede ayudarlo a lograr un grado de consciencia.

  1. Errores esperados, en particular en los partidos

Para cambiar o corregir una técnica se requiere una cantidad considerable de repeticiones. Algunos sostienen que se pueden requerir hasta 10.000 repeticiones para que una habilidad se convierta en “memoria muscular”. No hay un cálculo preciso y varía de deportista en deportista.

El entrenador no debe sorprenderse si un deportista puede ejecutar la técnica nueva en una actividad particular y luego revierte a la técnica vieja en un partido (o en una actividad de práctica con oponentes). El aprendizaje de una habilidad siempre es en un contexto y es posible que el deportista logre la “competencia inconsciente” en una actividad aislada sin presión y al mismo tiempo sea “conscientemente incompetente” en una situación con presión.

A fin de ayudar a lograr transferir la ejecución de la habilidad en un contexto sin presión a un contexto con presión, el entrenador debe incorporar factores similares a los de un partido tan pronto posible mientras el deportista aprende la nueva habilidad, así como generar situaciones de competencia en los entrenamientos lo más similares posible a un partido.

  1. Use videos

Para algunos atletas será de ayuda mirar un video de ellos mismos ejecutando la habilidad en diferentes etapas del aprendizaje de la habilidad.

Primero, mirar un video puede ayudarlos a entender que están ejecutando la habilidad de manera incorrecta. Esto puede hacerse mostrándoles también un video de la habilidad ejecutada de manera correcta o conversando con ellos sobre los elementos importantes de una habilidad (p. ej., el “codo alto”) y luego comparando su rendimiento con ello.

Segundo, mientras los atletas están aprendiendo la nueva técnica, puede ser útil que vean ejemplos (en entrenamientos o en partidos) para que puedan ver cuándo lo hicieron bien y cuándo revirtieron a su hábito anterior. Esto puede ser particularmente útil para las habilidades de equipo, que suelen involucrar la posición en la cancha en lugar de algo que el deportista puede “sentir” (p. ej., la posición del codo después de hacer un tiro).

  1. Fije metas de “proceso”

A medida que el atleta practica, es importante que experimente el “éxito”. En el caso de los tiros, esto puede vincularse con encestar el balón o no, pero en el contexto de corregir una técnica, debería vincularse más con el hecho de si se usó la nueva técnica (este es un ejemplo de una meta de “proceso” en lugar de una meta de “resultado”).

El entrenador debe dar retroalimentación sobre las metas de “proceso”, que en un principio pueden requerir un alto nivel de retroalimentación. Por ejemplo, cuando un atleta aprende a hacer un tiro en bandeja con la mano menos cómoda, es posible que haga el juego de pies incorrecto y ¡tire con la mano equivocada! El entrenador puede pedirle que haga diez tiros en bandeja con el juego de pies correcto, independientemente de si encesta el tiro o no. Al principio, es posible que el entrenador necesite decirle al deportista si hizo el juego de pies correcto o no, hasta que avance al punto de saber si lo hizo mal.

A medida que el deportista se haga más competente en las metas de proceso, se podrán incorporar metas de resultado (p. ej., el juego de pies correcto da un punto, el juego de pies correcto y una canasta dan tres puntos, el juego de pies incorrecto resta un punto sin importar si el balón encesta o no).