Maximizar la transferencia de habilidades

La mayoría de los entrenadores habrán experimentado frustración cuando el equipo ejecuta bien cierta habilidad en una actividad determinada (p. ej., en los pases), pero en una actividad posterior ejecutan la misma actividad de manera deficiente (p. ej., pases deficientes en una actividad de tiros).

¡La transferencia de habilidades de una actividad a otra (así como de una sesión de entrenamiento a otra y de la sesión de práctica al partido) es la meta final del entrenador! La falta de transferencia de habilidades puede ser un indicio de que los jugadores todavía están en la etapa de “falta de competencia” en el aprendizaje de la habilidad; el entrenador debe recordar que es una etapa importante en el aprendizaje de una habilidad.

Esto probablemente indique que el entrenador debe ser explícito sobre la ejecución de la habilidad en la nueva actividad, para lo cual puede aplicar las siguientes recomendaciones:

  • tener un punto de enseñanza respecto de la habilidad (p. ej., “los buenos pases generan buenos tiradores”); y
  • modificar las reglas para poner énfasis en la habilidad (p. ej., restar un punto si el pase fue deficiente, independientemente de si el tiro entró o no).

Los métodos que siguen también pueden ayudar a lograr la transferencia de habilidades:

  • modificar progresivamente una actividad agregándole elementos;
  • realizar una actividad que se desarrolle a partir de las habilidades de una actividad anterior en una fecha próxima a aquella en la que se realizó la primera actividad;
  • usar “palabras clave” en cada actividad para recordar a los jugadores los puntos de enseñanza clave de la actividad anterior sin necesidad de detener la última actividad;
  • hacer la actividad básica (p. ej., pases) por un breve período de tiempo y luego pasar a una actividad más complicada (p. ej., ejercicio de tiros), para luego volver a la actividad básica. Posteriormente pasar a otra actividad complicada en la que se aplique la misma habilidad básica;
  • pedir a los jugadores que identifiquen qué hicieron de manera deficiente en la actividad más complicada y luego pedirles que identifiquen qué se debe hacer mejor (dirigiendo su atención a la primera actividad, en la medida de lo necesario);
  • fijar metas en la actividad más complicada que se refieran específicamente a la actividad básica; y
  • seleccionar jugadores que hayan ejecutado bien la actividad básica, elogiarlos por ello y luego usarlos para hacer una demostración de la actividad más complicada, elogiándolos nuevamente cuando ejecuten bien la habilidad en la demostración.

Lo que debe evitar el entrenador es detener la actividad más complicada y hablar en detalle a los jugadores sobre su falta de transferencia de la habilidad. La meta del entrenador debe ser centrar la atención de los atletas en transferir la habilidad de una actividad a otra y luego ofrecer muchas oportunidades para hacerlo.

¡Demostración en lugar de instrucción!

Los jugadores jóvenes suelen aprender por imitación: permanentemente intentan imitar a sus héroes deportivos. Por ese motivo, el uso de modelos es una estrategia muy útil tanto para fortalecer la motivación de los jugadores para aprender como para mostrarles lo que se debe aprender.

Básicamente, el uso de modelos consiste en presentar al jugador o al equipo un modelo como ejemplo para imitar, resaltando o demostrando el comportamiento específico que se debe imitar.

Por ejemplo, el entrenador de un equipo de minibásquetbol que está enseñando el pase de pecho podría hacer lo siguiente:

  1. describir la habilidad:
    1. comiencen con las manos en los lados del balón, los pulgares en la parte de atrás señalando el uno al otro;
    2. den un paso adelante;
    3. al mismo tiempo, muevan ambos brazos hacia adelante;
    4. terminen con los brazos estirados (los hombros bloqueados), los pulgares apuntando hacia el piso y los dedos apuntando hacia la persona a la que hicieron el tiro.
  2. hacer él mismo un pase de pecho (usando la técnica anteriormente descrita) y resaltar los puntos de enseñanza específicos (los pulgares apuntando el uno al otro, dar un paso adelante, los pulgares hacia abajo y dirección de los dedos); y
  3. hacer que uno de los jugadores ejecute la habilidad, mientras el entrenador describe cada paso.

A menudo, hacer una demostración a los jugadores (y luego darles la oportunidad de hacerlo ellos) será la forma más eficaz de enseñarles.

Al usar modelos para demostrar una habilidad, se debe hacer una distinción entre dos tipos de modelos: los expertos y los hábiles. Los modelos expertos son jugadores o equipos prestigiosos. Los modelos hábiles son jugadores o equipos más cercanos a los jugadores que, si bien aún no son expertos reconocidos, tienen un nivel de habilidades superior al de los jugadores que se está entrenando.

Por ejemplo, un jugador internacional podría ser un modelo experto, mientras que un jugador de un equipo de cadetes (15/16 años) que haya estado en el equipo de 13/14 años del mismo club dos años antes podría ser un buen modelo hábil.

El ejemplo de un modelo experto puede ser muy motivador al principio, pero si es un jugador superior muy distante, los jugadores podrían sentir que imitar a ese modelo es imposible. Por ese motivo, es una buena idea usar modelos expertos para aumentar la motivación de los jugadores y al mismo tiempo encontrar modelos hábiles con los que los jugadores se identifiquen. De esta forma, el interés por imitar el modelo se relaciona con la percepción de que es posible hacerlo.

Por lo tanto, antes de comenzar una actividad, el entrenador puede hacer una demostración de un movimiento específico que deberán imitar los jugadores indicando, al mismo tiempo, que es uno de los movimientos básicos usado por un jugador famoso (siempre que realmente lo sea). Esta estrategia puede ser muy útil para los jugadores jóvenes.

En ocasiones, es posible encontrar modelos en el equipo mismo. En efecto, muchos jugadores aprenden observando e imitando a sus compañeros de equipo.

Llevar un registro

En ocasiones, puede ser útil registrar el rendimiento del equipo o de los jugadores individuales que hacen la actividad. El hecho de saber que se está haciendo un registro también puede ayudarlos a concentrarse.

Por ejemplo, el entrenador puede registrar, en una pizarra o en papel, las veces que se realiza cada comportamiento perseguido en un ejercicio de práctica (pases específicos, bloqueos, tiros, etc.). A fin de lograr este efecto positivo, los criterios que se deben aplicar para llevar el registro deben ser muy claros.

Cuando se lidia con comportamientos que se deben aprender, los criterios seleccionados deben reflejar el comportamiento específico de los jugadores, en lugar de los resultados obtenidos.

Por ejemplo, se puede llevar un registro de la cantidad de veces que los jugadores de 15/16 años bloquean correctamente (comportamiento), independientemente de si consigue una canasta como resultado del bloqueo (resultado del comportamiento). De esta forma, los jugadores se concentrarán más en el comportamiento perseguido con el ejercicio que, en este caso, es el bloqueo.

Sin embargo, cuando se hacen prácticas repetitivas de comportamientos que ya se dominan, quizás sea más adecuado registrar los resultados de los comportamientos como forma de medir su rendimiento. De cualquier manera, toda medición debe basarse siempre en el resultado del comportamiento en el que están trabajando los jugadores.