Todos los entrenadores deberían dedicar tiempo a su propio desarrollo, lo cual podría exigir determinada inversión de tiempo y dinero.

Antes de considerar actividades específicas de desarrollo profesional, el entrenador debería reflexionar sobre cuáles son sus valores como entrenador, ya que eso puede ayudarlos a evaluar las oportunidades específicas que puedan surgir.

El punto de partida de cualquier plan de desarrollo es evaluar las fortalezas y debilidades del entrenador.

El entrenador podría detectar áreas que desee mejorar (como los aspectos técnicos del juego), cómo enseñan aspectos del deporte o temas que no se vinculen específicamente con el básquetbol (p. ej., liderazgo, presupuesto, manejo del tiempo, principios de entrenamiento, etc.).

Al intentar definir áreas para su propio desarrollo, el entrenador debería tener en cuenta lo siguiente:

  • Jugadores que hayan abandonado el programa: ¿hubo algo específico que el jugador buscara que el programa no le brindó?
  • ¿Cumple normalmente el entrenador con todo lo que incluye su plan de prácticas? ¿Podría planear de manera más eficiente?
  • Jugadores con los que el entrenador no ha tenido una buena relación: ¿Cómo era la personalidad del jugador? ¿Intentó el entrenador usar otra estrategia para mejorar la relación con esa persona?
  • Conceptos de equipo que el equipo no está ejecutando bien: ¿podrían enseñarse de otra manera?
  • ¿Está en entrenador satisfecho con la cultura y la ética de trabajo del equipo y los jugadores individuales? ¿Cómo podría el entrenador mejorar estos aspectos para todo el equipo?
  • ¿Participan activamente los entrenadores asistentes en la planificación y ejecución de las prácticas? ¿Podrían estar más involucrados?

A partir de esta reflexión el entrenador podría definir áreas de mejora, lo que le permitirá hablar con otros colegas entrenadores en cuanto a maneras de aumentar su conocimiento y comprensión de esas áreas.

El entrenador también podría querer hablar con entrenadores con los que haya trabajado o con sus ex jugadores para saber qué opinan sobre cuán eficaces o disfrutables fueron las sesiones de práctica y en qué aspectos creen que el entrenador se destacaba.

Además de la reflexión personal, puede ser muy útil para el entrenador consultar con colegas o mentores sobre áreas en las que podría mejorar. Esto podría confirmar las áreas que el entrenador haya definido, o podría permitirle ver cosas que no había visto antes. El entrenador debe estar dispuesto a recibir estos comentarios y debería hablar con personas que le vayan a dar una opinión franca, no que se limiten a repetir las propias opiniones del entrenador.

La gama de actividades que el entrenador puede incluir en su plan de desarrollo es prácticamente ilimitada, y una vez que ha definido lo que quiere lograr, puede evaluar distintas opciones en función de la medida en que le permitan lograr su objetivo. Algunas opciones de actividades son:

  • Estudios formales en universidades;
  • Asistir a cursos o clínicas de acreditación para entrenadores;
  • Trabajar con otro entrenador u observarlo (sea que esté o no involucrado en el básquetbol);
  • Hacer que un entrenador mentor lo observe y le haga comentarios;
  • Trabajar con un profesional respetado de otra área, u observarlo (p. ej., pasar tiempo con un líder de negocios para observar cómo dirige a su equipo);
  • Leer libros o artículos;
  • Visitar otros programas, especialmente si utilizan enfoques distintos (p. ej., programas de otras regiones);
  • Participar en foros o grupos de discusión.

Posiblemente el aspecto más importante de un plan de desarrollo es ponerlo por escrito y también hablar con otros de lo que está haciendo, y por qué lo hace. En una vida ocupada es fácil posponer las actividades de desarrollo profesional o sencillamente no buscar tiempo para ellas, por lo que los entrenadores deberían aplicar estrategias para asegurarse de que llevarán a cabo el plan.